Roberto Mendoza
De nueva cuenta, el domingo pasado, un
importante sector de la población mexicana reafirmó su voluntad por lograr que
el Movimiento Regeneración Nacional se convierta en partido político. En esta
ocasión, antecedido por 19 asambleas estatales exitosas en el resto del país,
le correspondió a morena df realizar
su asamblea ante el IFE. Esta asamblea se llenó de una gran carga simbólica por
dos razones: fue la número 20 y es en donde se ha dado, hasta el momento, la
concentración más numerosa de militantes del movimiento.
Con la congregación en el D.F., morena
cumplió con el requisito legal del mínimo de asambleas que, a una organización
política se le demanda, para fundamentar la existencia de un apoyo social
representativo que le haga merecer disputar el poder político. Por lo tanto, el
cumplir con la asamblea en el DF no sólo fue un logro local sino que tuvo
repercusiones nacionales. De igual manera,
es el centro político de la Nación, la Capital de la República, donde se
ha expresado con mayor fuerza la voluntad de seguir luchando por construir una
organización de izquierda, de altas miras y lejana de los vicios de la política
actual.
La asamblea estatal de morena df, sin duda, fue un gran éxito, sin embargo, de cómo sus
militantes actúen día con día, de qué tan congruentes se muestren cada uno de
sus integrantes con el discurso que pregonan, dependerá cómo se recuerde a
futuro la asamblea. La reunión en Plan sexenal o puede ser el emblema del
inicio de una lucha ardua, pero digna, por reconstruir la política como un
ejercicio al servicio de los demás, o bien puede pasar a la historia como el
día en que los anhelos de hacer las cosas diferentes se opacaron por la
rutinaria y conservadora forma de entender a la política como algo en donde
quienes participan en ella se benefician de quienes no.
Estas dos visiones en sí mismas son
excluyentes y absolutas, no hay términos medios, por ello, para definir qué
futuro le espera al morena no se puede valer de matices ni medias tintas. O
morena es la herramienta política de un pueblo necesitado de reconstruir la
Nación a través de la participación colectiva, libre, desinteresada y honesta,
o es un logro más de este sistema que coopta y alinea hasta a la oposición más
confrontativa.
El ánimo de celebración es algo meritorio a
la militancia del movimiento, hay argumentos de sobra para estar contentos y
aplaudir por lo que se ha logrado realizar, no sin grandes esfuerzos y
sacrificios de ciudadanos consientes, pero esto nos obliga, al mismo tiempo,
dar paso a nuevas reflexiones sobre los retos de esta naciente organización.
Los morenos no desconocemos que entrar de
lleno a la lucha política es un arma de doble filo. La disputa por cargos de
representación política se asemeja a los coloridos contornos de una planta que
atrae a seres para devorarlos. A veces esos colores se basan en la vanidad de
algunos personajes susceptibles por sentirse “representantes populares”; mucho
más común es que la tonalidad de la llamativa atracción sean los beneficios
económicos que implica el ser miembro de la llamada “clase política”. La
vanidad y los lujos han sido las mejores mordazas para los políticos críticos. Si
no queremos ser devorados, si queremos librarnos de las tentaciones de la política
vulgar, es fundamental nuestra participación consciente pero, sobre todo, la
asimilación de principios que deben ser inviolables como honestidad, congruencia,
valentía, dignidad.
Hoy morena tiene una alta carga de
legitimidad, sobre todo por lo que representa su máximo dirigente, eso le ha
ayudado a crecer y a sumar a ciudadanos valiosos. Pero la buena imagen de una
organización y las amplias posibilidades de crecer pueden sepultarse
rápidamente si se reproducen en ella las desviaciones de la política. La
asamblea del domingo en el D.F. se llenó de esperanza y motivación, se llenó de
fiesta y algarabía pero también de conciencia y seriedad. Las expresiones de
nuestro dirigente fueron claras y contundentes “morena no es trampolín
político”, “nuestro objetivo es transformar al país, no llegar a cargos”. La
lucha que representa morena es la más ambiciosa y la más difícil, no sólo se
concentra en las transformaciones políticas y económicas sino en la “revolución
de las conciencias”, la base de cualquier cambio real.
En esta labor el Distrito Federal servirá de
eje para el resto del país. La Capital debe ser ejemplo y punta de lanza. Las
condiciones están dadas para que,desde cada rincón de la ciudad, la nueva forma
de hacer política que busca morena se realice de manera exitosa. Claro está que
también es en la capital de la República donde los colores de la vanidad y los
lujos suelen ser más atractivos. Ella representa cargos, prebendas y recursos
públicos en grandes cantidades, no por nada los intereses de la izquierda
amarilla se han concentrado en mantener el control de la ciudad a costa del
olvido del proyecto nacional.
Morena
df tiene
el gran desafío de llevar a cabo una renovación real del ideario político de
izquierda. Afortunadamente se cuenta con miles de ciudadanos conscientes y
claros de lo que representa nuestro movimiento. El domingo 10 muchos de ellos
estuvieron presentes asumiendo la decisión de hacer de morena una organización
política honorable. Esperemos que los aplausos y la
euforia emitida en nuestra asamblea tengan como motivación el compromiso de
actuar a la altura de las circunstancias, esperemos que las risas y los abrazos
no se hayan inspirado en haber conseguido, al fin, la plataforma política que
permitirá los objetivos personales.
En conclusión. La asamblea estatal de morena
en el DF para cumplir con los requisitos ante el IFE y lograr el registro como
partido político, debe entenderse como un acto congruente y con un sentido de
compromiso. Ese episodio significó, formalmente, la decisión de mexicanos por
construir una organización a la altura de las circunstancias, distinta,
honesta, fiel a México. Los allí presentes asumieron el compromiso de hacer de
morena un instrumento del pueblo, no de intereses personales. El logro de la
asamblea, como la futura obtención final del registro, no debe entenderse como
una victoria sino como un reto. Los morenos le hemos dicho a México que sí es
posible hacer política sin mezquindades, pero día con día, tendremos que hacer
que esas palabras no sean demagogia. Hemos cumplido con un requisito legal
pero, cada día que venga, tendremos que demostrar, en los hechos, que de verdad
morena merece existir como partido político. Ese será en realidad el verdadero
logro. Ese será en realidad el motivo de un gran festejo.
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